sábado, 9 de julio de 2016

MARATHON DES SABLES (2)



El silencio la noche antes de la ultra es increíble. Nadie lo dice, pero todos estamos con ganas que llegue la cuarta etapa. La más larga, 84 kilómetros, 36 horas para finalizarla. Entre antes llegues a metas más tiempo de recuperación tienes, ya que el quinto día es de descanso, antes de la 5 etapa, la maratón.

Amanece. Si la tensión se pudiera cortar, lo haríamos con un cuchillo para extender la mantequilla. Hay mucha gente que no ha hecho nunca una ultra, y se les nota en la cara. No quieren que les pille la noche, pero la noche nos va a coger a todos en medio del camino, seguro, pero, sinceramente, es cuando mejor puedes correr por el desierto.

Los 50 primeros clasificados salen 3 horas más tarde que el resto. Luis y yo vamos a ir un ritmo superior al de Edu, que irá con los otros dos canarios, Ruymán y Kike, y Ángel. Salimos y hasta llegar al primer Check point todo bien, pero tengo que colocar las cosas mejor dentro de la mochila, porque hay algo que se clava en la espalda, y esos son los riesgos que hay que evitar en estas carreras. Parar antes de hacerte un daño mayor.

Una vez que salimos del primer CP comenzamos la mítica ascensión de esta carrera, un kilómetro casi vertical, que se hace en fila india, aunque siempre aparece algún descerebrado que se inventa el camino poniendo al resto en peligro, pero es lo que hay, pasa siempre en cualquier sitio. El tramo final lo haces agarrándote a una cuerda, no por el precipicio, si no para ayudarte a subir esos metros, que entre la arena y lo estrecho del sendero, son complicados. Una vez arriba ni te detienes, miras de reojo donde estás y empiezas a bajar. No llevamos ni 15 kilómetros, pero hay muchos que bajan como si quedaran 10 para acabar, cuando quedan unos 70 aún. Ya nos los pasaremos por la piedra pensamos.


Ya el sol está alto, caliente, aunque está así desde que amanece. Vamos haciendo un COCA, corremos 2 kms y caminos 500 m, así vamos avanzando a buen ritmo. Controlamos mucho el agua, para esta etapa hasta llevamos una botella de más para no quedarnos justos. Pero hasta llegar al tercer CP se hace interminable, cuando pensamos que ya estábamos ahí aún nos quedaban 3 kms más. Así que al llegar decidimos parar un poco más y relajarnos. Los próximos 20 kilómetros son sobre arena, en las horas centrales del día, y los pros ya nos vienen pisando los talones. Se pasan las horas y los kilómetros hablando un poco de todo, disfrutando de los paisajes, criticando a otros corredores, amargándonos de estar allí, y llegar al CP5, sentarnos a comer un tabulé liofilizado, y que el cuerpo se recomponga. Ahora empieza una nueva historia. De los mejores recuerdos que tengo de la carrera.

Al salir del CP Luis me comenta si trotamos un poco, y esto se convierte en una serie de 30 kilómetros a meta. Capacidad de sufrimiento, horas de entrenamiento, la fuerza siempre aparece, y ese fue el momento. Nos permitimos el lujo de ir adelantando a mucha gente, muchísima, pero incluso a pros que nos habían dejado a atrás. Hay momentos que cambian tu vida, tu forma de afrontar los retos, y este fue uno de ellos. Gracias Luis. Ahora en los momentos agónicos de cualquier prueba solo tengo que evocar en mi mente esa noche. 

Llegamos a meta tan eufóricos que nos costó un buen rato dormir. Al amanecer apareció Edu, todos en casa, todos contentos, por fin podíamos descansar tranquilos. A veces tiene más mérito ser capaz de acabar estas pruebas en mucho tiempo, que en el que menos lo hace. Es increíble la fuerza mental que hay que tener para hacerlo.
Día de descanso. Día de refresco. El campamento parece una ciudad zombi, con gente cojeando y vendada por todos lados. Y uno va caminando como si saliera de casa recién desayunado.


Etapa 5. Maratón. 42 kms. Antes de salir de viaje teníamos decidido que esta etapa cada uno iría por su cuenta, a su ritmo. Todo sobra antes de salir, ya no guardo ni el foam para dormir, ya vas con lo mínimo, y te das cuenta que tampoco te hace falta mucho más. Nos dedicamos a disfrutar, cada uno en su ritmo, pero cuando entrenas, las cosas salen, y Luis terminó bajando de las 4:30, y yo bajando de las 5:00. Edu bajando de las 6:00. Éramos finishers de MARATHON DES SABLES. Y ahora lo escribo y sigo sin creérmelo. Otra de las imágenes que me vendrá a la mente es cuando los tres no abrazamos al llegar Edu. Disfrutando de lo conseguido.


Etapa 6. Solidaria. 17 Kms. Esta no cuenta para el tiempo, pero hay que hacerla para que te den la medalla de Finisher. Cuando fui a desayunar ya no quedaba nada así que lo pensé como un día normal que sales de casa sin desayunar y entrenas. Pero no es igual, llevas 240 kilómetros en los últimos 6 días, y el cuerpo te avisa, en mi caso con la orina roja. Sangre. Te hidratas más, te relajas, y terminar por recuperarte. Disfrutas la entrada en meta, la medalla, los abrazos y las fotos. Un pis para comprobar que todo está bien. Se acabó. A casa. No te viene nada a la mente. No piensas en nada. Porque has dado todo lo que tenías y ahí solo hay felicidad.


Ahora solo quieres llegar a casa, con los tuyos, y lo mejor es que te reciban así en el aeropuerto.


https://www.facebook.com/pilibl/videos/10153989264771421/

Gracias!

lunes, 20 de junio de 2016

Marathon des Sables (1). Las tres primeras etapas


Solo el hecho de marcarte 6 horas de guagua desde Ourzazate hasta el punto de salida, este año cerca de Merzouga, ya hace que llegues cansado, pero al menos ese día y el siguiente vives a costa de la organización, pero hay que ser listo, es cuando debes hacer los últimos ajustes, no solo en el peso de la mochila, sino saber si debes tener más ropa de abrigo, revisar la comida, en fin 48 horas de ajuste, de estar al loro de lo que hablan los veteranos para saber si puedes mejorar algo. En serio, en ese día y el siguiente pesamos la mochila unas 10 veces, buscando bajar los gramos que fueran con tal de que la mochila pesara cada vez menos.


Lo mejor de estos dos días, la comida, desayuno, almuerzo y cena de lujo, de gran calidad, y con la cantidad que quisieras, en medio del desierto no lo olvides, pero Marathon des Sables es una ciudad en movimiento durante esta semana.


En el segundo día nos permitimos la licencia de salir a trotar 30-40 minutos, para soltar las piernas, y darnos cuenta que la altitud a la que estábamos, unos 600 metros, era algo con lo que no contábamos, pero de resto se parecía mucho a las zonas donde habíamos entrenado, o esa pensábamos. Pasamos el control de material, donde dejas atrás todo lo que no vas a usar y te quedas con lo imprescindible, con lo que vas a vivir los próximos 7 días.


Y llego el primer día, 10 de abril. Ya al despertar tienes que empezar a valerte por ti mismo, desayuno entre risas, nervios de camino a la salida, donde ya empieza el habitual recital de la organización, felicitar cumpleaños, briefing del día y suena Hayway to Hell de ACDC, y ahora sí que los nervios afloran en forma de gritos, saltos y a correr. Y tras los primeros kilómetros de llano que parece mantequilla, entramos en las dunas, y el desierto te pone en tu sitio. Las dunas eran increíbles, enormes, nada comparado a donde habíamos entrenado. 


Y si tras 15 kilómetros de dunas ya te duelen las piernas, después del primer Check Point, el viento hizo acto de presencia, de frente para hacerlo todo más complicado, unido a empezar a pagar la inexperiencia y cometer errores con lo que llevas en la mochila. En conversaciones siempre se dice que por un familiar uno haría lo imposible. Pero hay que verse en esta situación, solo queda sentirse orgulloso de lo que haces, y de los huevos que le echo Edu para salir de un gran agujero. Para eso estamos los hermanos, no lo digo solo por mí, sino por el otro, Luis.

Y acabo el primer día, más de 7 horas de carrera, cuando pensamos hacerlo en unas 4, ja ja ja. Un día duro en la oficina. A recuperar, aprender, reflexionar y seguir adelante.

Día 2. 41 kilómetros. Es curioso como el cuerpo y la mente se adapta a todo cuando lo tienes claro. El Road Book ya nos decía que no había dunas, al menos no como el primer día. Una primera parte de la etapa más cómoda, pero que marcó el punto de inflexión de la prueba. Hablamos los tres, dejamos las cosas claras y Edu decidía ir a su ritmo, gran decisión. Luis y yo nos íbamos por delante.


Cada vez nos asombrábamos más con los paisajes, incluso aprovechamos para algunas fotos y videos, no sabes cuándo vas a volver, pero sabes que vas a volver. Ves a niños en medio de la nada, que te ayudan a subir una pequeña cuesta con una fuerza bestial, y no creo que tuvieran más de 6 años, al menos lo parecían.

Y cuando te das cuenta llegas a meta, esta vez primero Luis, luego yo, y Edu al rato. Y otra vez a tirarse en la haima, disfrutar de la convivencia al ir conociendo un poco más a los compañeros, seguir tomando decisiones de lo que sigue, no paras.

Día 3. 34 kilómetros. El destape. Con todos asumiendo su papel, tener la menta tan clara permite que tu cuerpo fluya aún más. No nos engañemos, también están los entrenamientos, el sacrificio continuo que siempre lleva a la mejora.

Nos dimos cuenta que podíamos ir cada vez más rápido, dosificando las fuerzas, sabiendo que nos quedaba un mundo por delante, pero siendo consciente que podíamos ir cada vez a mejor. Las dos zonas de dunas que atravesamos en esta etapa parecían paraísos al lado de las del primer día. Lagos secos enormes, pequeños collados que te hacían sentir el rey de la montaña, conversaciones sobre todo mientras trotábamos a más de 45º, es todo surrealista, pero real, y divertido. Es más, un pensamiento recurrente que tengo desde que llegué, y que oí a un competidor colombiano, “estoy mejor aquí que en la oficina”.

Los 10 últimos kilómetros fueron el destape. Luis y yo nos pusimos a hacer relevos, medidos según las balizas, a buen ritmo, adelantando, intuyendo por donde deberíamos ir para ir más cómodo, no más rápido, pero si mejor, sin gastar más fuerzas. Y cuando nos dimos cuenta estábamos en los últimos kilómetros y de repente aparecen fuerzas, sabes de donde porque sabes que las tienes, y aprietas tanto por bajar de las 6 horas, que dejas atrás todo, solo oyes gritos de fuerza y ánimo de una persona que ha cambiado mi mentalidad competitiva, Luis Mirabal.

Y el abrazo en meta y con tan poca gente por las haimas te hace sentirte bien. Genial. Con mucha fuerza, y solo quieres que llegue el próximo día. Y si le unes que Edu aparece un par de horas después, contento de empezar a encontrar su ritmo, su sitio y en buena compañía. 


Tercer día, meridiano de la prueba, y con 112 kilómetros en las piernas, ves la vida de otro color. Y quieres más. Y vas a ir a más. Ese es el cambio.