martes, 28 de agosto de 2012

IRONAM (III) by Edu Boada

Tercera y ultima entrega de las vivencias del Ironam 2012 en Lanzarote de Edu Boada.

…y que bien que se adaptó el cuerpo a la bici, 7 horas y 15 minutos, que bien me salió y que buenas sensaciones todo el rato. Solo hubieron dos momentos jodidos, la subida a Haría, que hacía frío y llegué al avituallamiento con mareos, aunque después de comer tuve otra vez buenas sensaciones. El otro momento malo fue en el cruce hacía El Campesino, básicamente porque me obsesioné con que el cruce estaba ahí mismo y no llegaba nunca y claro, eso va quemando, Dani, Nau y Benji estaban allí pero fui incapaz de saludar o sonreir, iba reventado aunque a los pocos km  volví a recuperarme y ya no tuve problemas. A pesar de estos dos momentos malos, el resto de los km, mi cabeza iba pensando “joder Edu, vas bien” y reconozco que no podía dejar de sonreír. Los primeros que me vieron fueron David, Mónica y Marlem y yo lo único que decía, es que iba bien, de puta madre, demasiado bien, lo mismo cuando me adelantaron Pablo, Ingrid y Diana, bien, bien, voy genial. Luego llegaron, Fer, Rodri, Laura, Eli y Pino y más de lo mismo, seguía sonriendo, a pesar de los km, detrás el furgón con la familia de Luis y Carlos, dando más ánimos y por último Mada, y otra vez volvía a decir lo mismo, voy espectacular, tranquilo. Siguieron pasando los km, reconozco que intentando frenar mi propia euforía, porque siempre me decía, Edu, queda mucho, tranquilo, controla, pero finalmente me dejaba llevar por las sensaciones de ir tan bien y tan a gusto en la bici. Recordaba los entrenos de Febrero por Lanzarote, la parte de Famara con Carol, que se me hizo tan pesado y en cambio en la carrera pasó volando. Cada vez que te cruzabas con un coche de los nuestros, te venía un subidón extra, casi recuerdo todas las veces que los coches de los nuestros nos adelantaban y nos animaban. La subida al Mirador del Río, me dio también mucha confianza porque fue justo después la subida a Haría, y verme con fuerzas, me animó mucho, mi pensamiento fue, el IM está hecho, ya se acabó todo lo duro. Y cuando ya pensaba que no iba a ver a nadie más, aparece Mada para darme el último empujón, lo recuerdo especialmente porque se quedó retumbando dentro de mí, era el último aliento que necesitaba, me vine arriba y apreté para llegar y empezar la carrera. Cuando deje la bici y me estaba cambiando estaba sonriendo porque sabía que ya lo tenía todo hecho, ya era un IM solo quedaba la carrera, y estaba convencido de que iba a terminarla, estaba feliz.


La maratón es la parte más especial para todos, es cuando hay más público, ves a los tuyos más veces y notas sus ánimos, empecé bien, a mi ritmo, con cabeza, como diría mi hermano Fede, pero a partir del km 5 empezaron unos pequeños problemas, 0retortijones, y encima la primera vuelta es la más larga y aburrida porque hay que llegar hasta el aeropuerto y casi no hay gente, aguantaba como podía las ganas de ir al baño pero en el km 13 me tuve que meter en un baño porque me lo hacía encima, salí con mejor cuerpo y subí el ritmo, aunque cuando pase por meta tenía que tener mala cara porque las caras de mi familia eran peor que la mía. En el km 24 volví a ir al baño, pero esta vez no me levante hasta que lo eche todo fuera y que bien me vino, sumado a que me había estado hidratando bien y comiendo poco a poco, cuando salí, ya se había disipado todas dudas que había tenido desde que empezaron los problemas y empecé a “disfrutar de la carrera”, recuerdo cruzarme con todos, Andrés, Luis, Aythami, Alex, Jorge, César, Carlos, Néstor y Carol y poder hablar, sonreír y hasta pensar en la llegada a meta. Es emocionante que este la familia, los colegas y te animen, pero también el aplauso de los desconocidos y el ánimo de los voluntarios en los avituallamientos te ayuda a seguir para adelante. Y llegó la última vuelta, y reconozco que estaba pensando subir el ritmo para intentar hacer 13 horas 45 minutos, pero ahí estaba el chacal, Luis, para devolverme a la tierra, como si estuviera leyéndome el pensamiento, me suelta, Eduuu, ni se te ocurra subir el ritmo para bajar de 14 horas, mantén el ritmo, no lo subas, lo único que pude hacer, fue reírme y empezar la última vuelta. Durante la carrera, unos minutos me acompañaron Mada y Pili, unos cuantos km se hicieron Fede y Pablo conmigo, y lo bien que viene esto, aunque no les hagas ni caso cuando te hablan, pero hace que las casi 5 horas pasen más rápido. Y llegó el momento cumbre, el momento del nudo en la garganta, el momento por el que vale la pena hacer un IRONMAN, ese momento antes de entrar en meta, donde están todos los que han ido a animarte, ver a mi viejo llorar de orgullo, a mi madre con la sonrisa de oreja a oreja, mis hermanos, cuñados y sobrina tan felices como tú y encima entrar en la meta con Mada subida a la piola, exultante de felicidad, por todo esto vale la pena pasarte 8 meses entrenando 3 ó 4 horas diaras, doblando o a veces triplicando entrenos, si gente, lo vale, el Ironman lo vale.


Siempre había querido hacer un ironman y desde el 19 de mayo de 2012 lo puedo decir, SOY FINISHER, SOY UN IRONMAN.



martes, 21 de agosto de 2012

La Noche Mágica


Los resultados llegan. Trabajo, sacrificio, constancia, sufrimiento, llámalo como quieras, pero sin eso no hay resultados. Y ahora me sorprendo viendo como la planificación de los entrenamientos da sus frutos, no, sin trabajo no hay nada.

44º de la general, en una prueba donde salieron casi 300 personas. 15 kilómetros a ritmo. Subiendo en la primera parte, bajando de noche por un sendero complicado, peligroso, divertido, técnico, y el final “picando” para arriba, como es tónica habitual en las pruebas del Circuito Adidas Trail Running, y esta era la 3ª prueba.

La gente salió disparada, como si no hubiera mañana, como si nadie se acordara que había que subir unas cuantas pendientes, duras cuestas que nos harían sufrir y sudar la gota gorda. Zancadas largas, empujones, incómodo con el dorsal, el porta bidón y el pulsómetro. Se cae el bidón en los primeros kilómetros, cosa rara que me pase. Lo recojo y se acabó, a darlo todo, me olvido del resto y empiezo a acelerar el ritmo por el fondo del barranco pedregoso. Y sigo subiendo, no paro, adelanto a gente que cuando el terreno se “empina” camina, el sábado no, por la noche tocaba vaciarse.

Me sorprendía la gente que había en la calle. Normalmente solo hay en meta, pero aquí había en muchas partes del recorrido. Me gusta ver la cara de la gente, sobre todo los mayores, como diciendo “a donde va esta gente?!”.

Pasamos Valsequillo. Todo va hacia arriba. Subimos al Montañón, ahora caminando revolucionado para mantener el pulso. Pasamos el control de chip sin parar en el avituallamiento y a bajar. Con precaución, al menos al principio. Todo es pista. Hice los deberes la semana pasada haciendo el entrenamiento nocturno. Así no me pierdo. Algunos badenes te hacer regular. Adelanto y me adelantan. Llega lo estrecho y pedregoso. Me dejo ir un poco pero sin bajar mucho el ritmo. Cada vez hay más piedras pero la emoción y la bilirrubina te hacen mantener la concentración, y de repente el asfalto. Quedan 3 kilómetros. Llevábamos 7 millas y pico. Momento de relax y escuchar los ánimos al llegar al segundo avituallamiento.

Última bajada, al principio compleja. Llano para ir acelerando. Y llega la subida donde Sergio y cogemos un grupo que adelantamos en la subida con nuestro ritmo “caminar revolucionado”. Aprieto en los últimos metros de la subida y en el llano mantengo para darlo todo en el tramo final. Me sorprendo cuando veo que quien viene por detrás, fresco que no veas, es Sergio, compañero de fatigas, que se marca una carrera espectacular.



Empieza la subida final, sobre asfalto, sobre la acera. Me lo tomo con tranquilidad, nos superan algunos corredores, pero cuando pasamos la rotonda de entrada a La Barrera, me digo Vamos!. Pensaba que lo había dicho en alto, pero luego me enteré que no, pero sonó muy claro en mi cabeza.

Hachazo. Adelanto a uno, y a otro corredor, que no dejaba de mirar atrás, entra delante de mí por escasos segundos.

1:38:58. En meta hay poca gente. Sergio dice que estamos entre los 50 primero seguros. Tengo mis dudas. El lunes me entero que si, 44º de la general, 28º de la categoría senior masculino.

Los resultados llegan. Trabajo, sacrificio, constancia, sufrimiento, llámalo como quieras, pero sin eso no hay resultados.

PD: Sigo intentando que Edu Boada escriba la tercera parte del Ironman. Se resite.

lunes, 6 de agosto de 2012

Sacrificio ¿Idolos?

Uno de estos días olímpicos leía mi TL de twitter, vi la siguiente imagen del diario Marca, retwiteada por @marcojusto.




Me hizo reflexionar, sobre todo por el titular. Ojo, no quiero decir que no lo merezca o que no se sacrifique, que lo hace y mucho, es su trabajo y su sueño, supongo. Reflexiono acerca de cómo se vende a una persona para que los lectores, sus lectores, la vean como un ídolo, o que hace algo fuera de lo normal, y como las personas comentan “asombrados” todo lo que hace esa persona. En fin, que lo vanagloriamos sin pensar en el día de cada uno de nosotros.

Solo quiero que piensen en un día de sus vidas, que lo extrapolen a una semana habitual, y que piensen que así se pasa la vida, y de esta manera se puedan dar cuenta realmente de a quién hay que idolatrar.

No tengo demasiados recuerdos de cuando era pequeño, solo recuerdo que mi padre salía en torno a las 7 de la mañana, llegaba pasadas las 3 de la tarde, y salía de nuevo para estar antes de las 4 en su otro puesto de trabajo para salir pasadas las 10 de la noche. Todos los días de la semana, de lunes a viernes.

Muchos de estos deportistas de alto nivel “trabajan” entre 4 y 5 horas diarias, el resto lo dedican al descanso, algunos a estudiar (hacen bien), y en el mejor de los casos, a sus patrocinadores. Saquen ustedes mismos las cuentas.

En mi humilde vida intento compaginar familia, trabajo y hobbies. Me levanto seis días a la semana a las 6 de la mañana, bien para salir a entrenar o porque tengo que viajar a otra isla por motivos laborales. Le dedico una hora, hora y media diaria a los entrenamientos, más no puedo. Regreso sobre las 6, 6 y media de la tarde, con suerte y más tarde si viajo, es verdad, algunos días llego antes, los que menos, pero no me quejo, me gusta lo que hago. Cuando llego a casa me quedan un par de horas para estar con la familia, quien tiene niños saben a qué me refiero, y de ahí hasta las 11 de la noche que el sueño me vence, después de haber despachado las labores domésticas, porque en casa hay que ayudar, eso es así.

Cuando leo o veo por la televisión a personas que comentan, dicen, opinan, que un deportista de alto nivel es su ídolo, que se quiere parecer a él o ella. O veo como un periodista, normalmente deportivo, un mal necesario, escribe artículos como la imagen del comienzo de este post, me gustaría que se viniera a un día de mi vida, o de unos cuantos que conozco, para que cambie su versión del ídolo.

Con esto no quiero decir que me coma la envidia, para ser deportista de alto nivel hay que estar en el sitio adecuado, en el momento adecuado y, como no, tener un buen padrino que te de un empujón para dar el último salto. Simplemente quiero que cuando lean artículos como este sepan que, su día a día no llega ni a la suela del zapato del rendimiento físico y mental que muchos de nosotros somos capaces de demostrar, no sólo durante un periodo de tiempo que no pasa de diez años, si no que lo hacemos hasta que nos retiramos, y eso son muchos, muchos años, de momento hasta las 65-67 años.